Hola, mi nombre es Liliana Guzmán, y cuando era niña enfrenté una de las batallas más difíciles de mi vida: el cáncer infantil. Hoy quiero compartirles mi historia.
Tener cáncer cambió mi vida por completo. Pasé de ser una niña feliz y llena de alegría a enfrentar un diagnóstico que marcó mi infancia: Leucemia Linfoblástica de Alto Riesgo. Mi tratamiento fue en el Instituto Nacional de Pediatría, pero mi familia y yo nos enfrentamos a enormes dificultades. Mi mamá no tenía seguro médico ni los recursos para pagar uno, así que no sabíamos a dónde acudir en busca de ayuda.
Sin embargo, como dicen, siempre hay una luz al final del túnel. Fue entonces cuando conocimos la increíble labor de Casa de la Amistad, una fundación que llegó a nuestras vidas para llenarlas de esperanza y apoyo en los momentos más difíciles.
Cada vez que mi mamá y yo recordamos esta etapa, ella siempre dice con gratitud:
"Gracias a Casa de la Amistad, mi hija vive."
Y yo, desde lo más profundo de mi corazón, agradezco por esta segunda oportunidad de vida.
A los padres que puedan estar enfrentando una situación similar, les digo: infórmense y aprendan a reconocer los signos y síntomas del cáncer infantil. La detección temprana puede marcar una diferencia crucial en la vida de sus hijos.
A la querida Pandilla CDLA, quiero compartirles mi experiencia y dejarles un mensaje: sé que el proceso oncológico es doloroso, sé que el tratamiento puede ser abrumador (en mi caso, el trasplante de médula ósea fue especialmente duro), pero nunca deben rendirse. Sigan adelante con fe y fuerza en su camino hacia la sanación.
Hoy soy testimonio de que, con el apoyo adecuado y una determinación inquebrantable, la vida puede renacer y florecer incluso en los momentos más oscuros.