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Testimoniales CDLA

Jesús Irineo, Caso de Éxito, Leucemia Linfoblastica de Células T.

sep / 7 / 2024

Mi nombre es Jesús y tengo 12 años.
Hoy quiero compartir con ustedes cómo logré superar la batalla contra el cáncer.

Cuando tenía solo 2 años, me diagnosticaron leucemia linfoblástica de células T.

ODT778_blog_testimonial_2Todo comenzó cuando mi mamá notó algo extraño: apareció una lesión en mi boca y me desperté con el rostro muy hinchado. Preocupada, me llevó a urgencias, donde el médico le explicó que tenía una infección que podía afectar mi corazón. La situación empeoró rápidamente, y nos recomendaron trasladarnos al Instituto Nacional de Pediatría.  Mi mamá estaba muy angustiada porque además de la fiebre alta, aparecían moretones en mi cuerpo sin causa aparente.

Al recibir el diagnóstico, el miedo se apoderó de mi familia. Mi mamá le pidió a Dios que me sanara. Era Navidad, una época que normalmente es de alegría, pero en casa todo era tristeza. Mi hermano era muy pequeño, así que mis papás tenían que dividirse para cuidarnos a ambos. Transportarme desde Cuautitlán Izcalli hasta el sur de la ciudad para recibir los tratamientos era un desafío enorme. Fueron tiempos duros, llenos de procedimientos médicos, aspiraciones de médula y estudios constantes, lo que nos dejó agotados.

Durante este periodo, conocimos a la Dra. Norma López, quien inició un protocolo de remisión y determinó que necesitaba un trasplante de médula ósea. Así fue como llegamos a Casa de la Amistad, donde nos brindaron apoyo para continuar con mi tratamiento oncológico.

En Casa de la Amistad, recibimos un cuidado excepcional. Cuando tenía que ir al hospital, me prestaban una carriola cubierta con plástico para protegerme de las bacterias. ¡Me sentía como un astronauta! También nos ayudaron con el transporte y el costoso medicamento que, en ese momento, el salario de mi papá no podía cubrir.

Estoy profundamente agradecido por todo el apoyo que recibimos. Las personas de Casa de la Amistad son verdaderos ángeles. Nos proporcionaron un techo, una cama para descansar y una comida caliente cuando llegábamos agotados después de las quimioterapias.

Hoy, 8 años después, gracias al apoyo de mi familia y de Casa de la Amistad, estoy sano y llevando una vida normal. Además, le debo muchísimo a mi hermano, quien me donó parte de su médula ósea y me devolvió la esperanza y la vida.

A todos los pequeños guerreros de la Pandilla CDLA, quiero decirles que los admiro profundamente por su fortaleza. Sigan luchando con valentía, tomando sus medicamentos y siguiendo las indicaciones de sus médicos. Tengan fe en que pueden superar esta batalla. Amen mucho a sus papás, apóyense en ellos y confíen en sus doctores. ¡Pronto verán los frutos de su valentía!

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Casa de la Amistad para Niños con Cáncer. 

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