Mi historia como sobreviviente de cáncer
Hola a todos, soy Carolina González Hidalgo, y quiero compartir con ustedes algo muy especial
Tenía solo 13 años cuando mi vida cambió por completo. Me diagnosticaron rabdomiosarcoma en el piso pélvico, y aunque apenas cursaba el primer año de secundaria, tuve que enfrentar una batalla que definiría mi vida. Este diagnóstico fue un golpe devastador, no solo para mí, sino también para mi familia.
Después de mi primera cirugía, fui trasladada al Hospital Infantil de México, donde recibiría radioterapia. En este momento crucial conocí a Casa de la Amistad, un lugar que dejó una huella imborrable en mi vida. Desde que llegué, sentí el calor y el apoyo de personas extraordinarias, incluidas unas hermanas de una congregación religiosa que irradiaban amor y empatía en cada gesto.
Casa de la Amistad no solo me ofreció un techo y alimentos; fue un refugio de esperanza. Gracias a ellos, pude continuar mis estudios adaptados a mi proceso oncológico, algo que en mi situación parecía inalcanzable. También encontré consuelo al convivir con otros niños que, al igual que yo, enfrentaban desafíos similares. Escuchar sus historias me inspiró y me dio fuerzas para seguir adelante.
Cada día, nos llevaban al hospital en un camión, siempre acompañados de personas que nos regalaban sonrisas sinceras. En el albergue, además del apoyo material, recibí una contención emocional invaluable, algo que marcó la diferencia en los momentos más oscuros de mi tratamiento.
A lo largo de esta experiencia, aprendí una lección que me acompaña hasta hoy: nunca rendirse. Aunque hubo días llenos de incertidumbre y miedo, decidí enfrentar cada obstáculo con una actitud positiva y la firme convicción de que podía superar esta enfermedad.
Hoy, con 26 años, miro hacia atrás con profunda gratitud. Agradezco de corazón a mi familia, al Hospital Pediátrico de Tuxtla Gutiérrez, al Hospital Infantil de México y a Casa de la Amistad. Su apoyo fue esencial para que pudiera salir adelante.
Mi mensaje para todos los niños, jóvenes y familias que enfrentan el cáncer es claro: sí se puede. Aunque el camino sea difícil, respondamos con fuerza: “Sí es posible, y vamos a lograrlo”.
A quienes están librando esta batalla, les digo: no pierdan la esperanza. Luchen con todo su corazón y recuerden que no están solos. Juntos, podemos vencer al cáncer.
Con amor y esperanza,
Carolina González Hidalgo