No quiere sonreír porque está chimuela -le decían los niños al fotógrafo- que les tomaba imágenes para el catálogo de Navidad de Casa de la Amistad. Rosa Elena apretaba los labios hasta que el resto de los niños la hicieron reír. Su foto salió hermosa. La sonrisa es contagiosa y lo hemos experimentado muchas veces cuando alguien, aún desconocido, nos sonríe.
Una sonrisa tiene un gran poder de atracción, y esta expresión facial hace que otras personas se sientan a gusto con nosotros. Surge una sensación de familiaridad que nos provoca relajamiento, una actitud positiva, incluso buen humor. La sonrisa puede surgir por amabilidad, afecto, cortesía, ternura, amor… y viene de la mano con una sensación de felicidad y alegría.
También nos proporciona un estado de ánimo positivo, debido a que cuando nos reímos, liberamos ciertas sustancias bioquímicas, entre otras las endorfinas, dopamina y adrenalina, las cuales favorecen en las personas dicho estado de ánimo positivo. A su vez la risa disminuye niveles de cortisol, la hormona conocida como” hormona del estrés” favoreciendo la disminución de ansiedad. El hecho de reír o sonreír es innato y tanto los niños sordos como los niños ciegos, lo realizan. La capacidad de poder reír aparece alrededor de las seis semanas de vida y es el primer signo de lenguaje humano.
Es increíble lo que puede hacer una simple sonrisa en nosotros y en los demás. En Casa de la Amistad estamos conscientes de ello, sabemos además que facilita la comunicación, que es uno de los puntos centrales para estar cercanos, para que niños y adolescentes se sientan contenidos y cómodos durante su proceso… es como una medicina: les hará mucho bien y además “sabe” rico.
Por: Marcela Luengas, voluntaria de Casa de la Amistad.