“Cuando estoy en mi casa, me gusta ayudar a mi mamá a llenar unas cubetas de agua que sale de unas mangueras, también me gusta ayudarle a hacer la comida. A mi papá lo ayudo a lavar el taxi que trabaja, es de color azul y blanco. Mi abuelita es mi otra mamá, a ella le ayudo a hacer su cuarto y el cuarto donde dormimos todos. También echarle agua a las plantas, sobre todo el níspero que es muy rico, pero el huesito no se come… Me gustan las garzas blancas, las vi una vez que fuimos a pescar y ahí se paraban en unos palos pero no las pude agarrar…En mi casa también estoy contenta porque me cuidan y me tratan muy bien. Voy en 2o.B, estoy aprendiendo a leer, escribir y resolver las sumas y las restas. De grande quiero ser Maestra o Monjita para ayudar a los niños enfermos.”
Dulce María , Oaxaca
“Tengo 5 años y 5 meses. Tengo tres hermanos, con ellos juego a las escondidas y a los marcianos locos. Pancho y Cristian son mis amigos, con ellos salto a la cuerda. Mis colores favoritos son el rojo y el azul. Me gustan los coches y las motos pero más los trenes que sacan humo. A Casa de la Amistad me trae Ana, mi mamá, yo la quiero mucho. Ahorita mi amigo es Greco, nos conocimos en el hospital. Donde vivo hay tierra y tabiques, flores rojas y muchas plantas. Cuando crezca quiero ser un ogro porque es grande y vive muchos años."
Mario, Michoacán
Dulce y Mario tienen cáncer. Todas las niñas y niños, en las condiciones de Dulce y Mario, pasan por un proceso muy difícil, que en un momento dado, pueden desvanecer sus deseos, sueños y expectativas. Creer que pueden enfrentar las tragedias solos y que éstas los volverán más fuertes en el futuro, es algo irreal. Por otro lado, hay quien afirma que “Infancia es destino”. Si lo fuera, de alguna manera estaríamos limitando a estas niñas y niños a la posibilidad de superar las marcas y/o traumas infantiles causados por la enfermedad y que repercutirán en su futuro. Es como si ya estuviera decretado, y no es así.
La resiliencia, en cambio, es un mecanismo de autoprotección, una capacidad que tiene todo individuo, para adaptarse y superar momentos difíciles; en nuestro caso, episodios dolorosos en la vida infantil a partir del cáncer que padecen.
Hay que mirar cuidadosamente estas infancias, procurando crear vínculos con ellas y hacerlas resilientes: crear una urdimbre de apoyo emocional que las envuelva, las acompañe y las apoye.
Casa de la Amistad para Niños con Cáncer es una institución que mantiene viva la esperanza y el optimismo para esas infancias heridas por la enfermedad, a través de múltiples programas diseñados con todo profesionalismo.
Es la institución que desea maestras o monjitas que ayuden a niños enfermos y a ogros muy grandes que vivan muchos años.